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¿Has escuchado alguna vez el término coste de oportunidad pero no sabes lo que es? Sigue leyendo y conoce su definición, los diferentes tipos que hay así como su importancia en el mundo de las inversiones y en tu día a día.
Es el coste, y los beneficios, de lo que descartas cuando eliges otra opción. Se puede aplicar a casi cualquier situación.
Hay dos tipos, coste de oportunidad constante y coste de oportunidad creciente.
Para hacer su cálculo, resta el valor de la opción que no has elegido al valor de la opción elegida.
Se suele usar al tomar una decisión financiera. A modo de ejemplo, es el interés que no obtienes si decides no contratar un depósito o una cuenta de ahorro.
El coste de oportunidad de un bien o servicio hace referencia a esos otros bienes o servicios a los que tienes que renunciar para conseguirlo. O en otras palabras, es el coste de la opción que descartas cuando tomas una decisión respecto a varias alternativas y eliges una opción determinada. Así, hay tantos costes de oportunidad como alternativas.
En este coste se incluyen los beneficios que hubieras tenido si hubieras elegido la opción descartada. Por tanto, es el valor de la opción que has desechado. Puedes utilizarlo en tu día a día cuando quieres tomar una decisión y tienes dos o más opciones entre las que elegir. Además, las empresas lo utilizan frecuentemente para tomar decisiones y también se usa en el mundo financiero, sobre todo a la hora de hacer inversiones y buscar una rentabilidad.
Hay dos tipos de costes de oportunidad, constante y creciente:
Coste de oportunidad constante: muestra la relación entre los costes y el número de bienes o servicios. Este coste no varía en función del número, es constante, de ahí su nombre. Un ejemplo sería una empresa de bebidas que decide dejar de hacer una bebida para hacer otra. En este caso, los productos son homogéneos porque tienen la misma naturaleza o características iguales.
Coste de oportunidad creciente: cuando se fabrican más cantidades de un producto, el coste de oportunidad aumentará. También se conoce como ley de coste de oportunidad creciente. Aquí, los productos no son homogéneos y eso hace que el coste de oportunidad aumente. Como ejemplo, una empresa que fabrica bolsos de piel y decide fabricar zapatos de piel.
Antes de hacer el cálculo del coste de oportunidad, debes tener claro entre qué alternativas puedes elegir, ten en cuenta que debes tener al menos dos. Por otra parte, ¿en qué unidad de medida quieres expresar el resultado? Por lo general, se utiliza el tiempo o el dinero, aunque depende de qué coste de oportunidad quieras calcular.
Después, calcula los costes y los beneficios de cada opción. El coste de oportunidad será la diferencia entre el valor de la opción que has elegido y el valor de la opción que no has elegido. Por ende, la formularía sería:
Coste de oportunidad = Valor de la opción elegida - Valor de la opción descartada
Para que lo entiendas mejor, imagina que tienes un apartamento de 60 metros en pleno centro de Madrid. No utilizas esta vivienda, pero tienes unos gastos fijos y variables que pagas por mantenerla (IBI, seguro, comunidad, etc.). El coste de oportunidad sería el capital que obtendrías si la alquilases a precio de mercado (entre 1.000 y 1.500 euros al mes).
Otro ejemplo: todos los meses ahorras 500 euros. Ese dinero lo dejas en tu cuenta corriente que no te da ningún interés. Sin embargo, si lo pasas a un depósito a plazo fijo o a una cuenta remunerada, obtendrás una rentabilidad por él. Esa TAE que descartas, esto es, los intereses que conseguirías por tus ahorros, es el coste de oportunidad si decides no transferir tu dinero a un producto de ahorro.
Aunque los ejemplos de arriba están relacionados con las inversiones y el ahorro (bienes inmobiliarios y productos de ahorro) en los que puedes obtener un retorno de la inversión o ROI, el coste de oportunidad se puede aplicar a prácticamente cualquier situación cotidiana en la que tienes dos opciones o más entre las que elegir.
El coste de oportunidad sirve para evaluar diferentes opciones. De hecho, muchas empresas y gobiernos lo usan a la hora de decidir cómo gastar sus presupuestos. ¿Destinar más dinero a sanidad o a educación? ¿Introducir nuevos productos en la empresa? Para responder a estas y otras preguntas, los funcionarios y trabajadores utilizan el coste de oportunidad.
En definitiva, es importante tenerlo en cuenta porque te permite visualizar los costes, las ganancias y las consecuencias de elegir una opción y descartar otra.