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La renta variable es la reina del mercado de valores. Seguro que no es la primera vez que oyes a alguien decir esto o compararla con la renta fija. Pero ¿sabes lo que significa este término financiero?
La renta variable es un tipo de inversión en el que la recuperación del capital invertido y la rentabilidad ni están garantizadas ni se conocen de antemano. ¿Y por qué se llama renta variable? Pues precisamente porque la rentabilidad varía, de hecho, depende de varios factores, como la evolución de la empresa en la que se invierte, su situación económica, el comportamiento de los mercados financieros, etc. Por tanto, al invertir en renta variable se asume un riesgo.
Es un tipo de inversión en el que el inversor puede obtener una rentabilidad, pero no está garantizada. Además, puede no recuperar todo o parte del capital invertido.
Las acciones son el ejemplo clásico de este tipo de renta, aunque hay otros instrumentos como los derivados y las divisas. También puedes optar por invertir en fondos de inversión de renta variable.
Si vas a invertir en activos que dan una rentabilidad variable, es mejor hacerlo durante períodos prolongados, esto es, hacer contribuciones regulares. Además, es recomendable consultar a un experto si no tienes experiencia.
Diversificar es siempre la mejor estrategia de inversión. Recuerda añadir a tu cartera productos menos arriesgados de renta fija, como los depósitos bancarios, en los que tanto la rentabilidad como la recuperación del capital están garantizados.
Un ejemplo clásico de renta variable son las acciones de empresa, que pueden ofrecer a los inversores una rentabilidad, pero no está garantizada porque depende de varios factores. Los inversores asumen un riesgo, la pérdida total del capital. A cambio, pueden obtener una rentabilidad más alta que la de los productos de ahorro o inversión de renta fija.
¿Prefieres invertir en varios activos financieros? En ese caso puedes optar por fondos de inversión de renta variable. Este tipo de fondos de inversión agrupa las contribuciones de un gran número de inversores y las invierte en varios activos, de los que el 75 % o más son de renta variable, como divisas, acciones, etc. Las personas que invierten sus ahorros en un fondo de inversión de renta variable buscan obtener un rendimiento alto de su inversión, aunque no esté garantizado y tengan que asumir riesgos.
Por lo general, hay que pagar varias comisiones para invertir en un fondo de renta variable, como la de suscripción y reembolso. En cuanto a su fiscalidad, las ganancias y pérdidas tributan en la base imponible del ahorro del IRPF. Ten en cuenta que solo se tributa por las ganancias o pérdidas generadas, no por el dinero total que se obtiene del reembolso del fondo de inversión. Por ejemplo, si inviertes en un fondo 1.000 euros y lo vendes por 1.400 euros, tributarias por 400 euros.
Si eres un pequeño inversor, seguro que te has preguntado miles de veces cómo invertir en renta variable. Antes de nada, debes saber que los inversores particulares no pueden invertir en bolsa de forma directa, sino que deben operar a través de un intermediario financiero que efectúe las órdenes de compra o de venta para sus clientes.
En España, todas las transacciones que tienen lugar en la bolsa de valores son supervisadas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), cuyo objetivo es garantizar la existencia de transparencia, el establecimiento adecuado de los precios y la protección de los inversores.
Si quieres invertir en valores de renta variable, asesórate de la mano de expertos o analiza bien los diferentes activos antes de definir tus estrategias de inversión y tomar decisiones.
Si has decidido dar el paso, debes ser consciente de que las inversiones de renta variable pueden estar sujetas a grandes variaciones en los mercados financieros, lo que significa que están expuestas a un mayor riesgo.
Sin embargo, una ventaja de los valores de renta variable es que el dinero invertido en algunos instrumentos se puede volver a convertir en efectivo de forma rápida si surge la necesidad, es decir, tienen un alto grado de liquidez. No obstante, si estás interesado en la renta variable, ten en cuenta los siguientes consejos:
Es mejor invertir en valores de renta variable durante períodos prolongados. Por ejemplo, invertir durante tres años o más puede darte más beneficios que si lo haces durante un breve periodo de tiempo. Esto es, hacer contribuciones regulares (por ejemplo, mes a mes) y no inversiones grandes de manera esporádica.
Diversificar es una buena idea. En otras palabras, intenta evitar valores negociados en una sola bolsa de valores, o emitidos por compañías de la misma industria.
Si no eres un experto en la materia, consulta a un asesor financiero para que te ayude a encontrar la opción que más se adapte a tus necesidades. También puede ayudarte a monitorear y seguir tus inversiones.
Para que entiendas bien el concepto de renta variable, a continuación puedes ver las diferencias entre este tipo de renta y la renta fija.
Renta fija
El inversor conoce la rentabilidad que recibirá de antemano. Las inversiones en renta fija son menos riesgosas, por tanto, son las más adecuadas para inversores conversadores.
Algunos ejemplos de renta fija son las cuenta de ahorro, los depósitos bancarios, los Bonos del Estado y las Letras del Tesoro. En todos estos productos el inversor obtiene una rentabilidad fija que puede recibir de forma mensual, trimestral, etc. Son de bajo riesgo, porque tiene tanto su capital como un beneficio garantizados. Además, algunos de ellos, como los depósitos a plazo fijo, tienen un indicador de riesgo de 1 sobre 6 y hasta 100.000 euros por depositante y banco están asegurados por los Fondos de Garantía de Depósitos nacionales.
Renta variable
Ahora que sabes que la renta fija te permite conocer la rentabilidad de antemano, es mucho más fácil entender qué es la renta variable. Es un tipo de inversión en el que tanto la ganancia como la forma de calcular los ingresos no se conocen en el momento de la solicitud. Son inversiones más arriesgadas, por ende, se recomiendan a inversores moderados o inversores agresivos.
La inversión más conocida de renta variable es la bolsa de valores. Las acciones de empresa tienen precios que varían constantemente dependiendo de muchos factores. Pero hay otras formas de invertir en renta variable, como las divisas, los derivados financieros, fondos de capital, etc.
¿Has decidido invertir en productos de renta variable? Muchos pequeños y grandes inversores lo hacen porque a largo plazo pueden conseguir unas ganancias más altas. Sin embargo, no olvides que también implica asumir un riesgo elevado y podrás tener pérdidas importantes. En Raisin queremos recordarte que lo mejor es optar por invertir tus ahorros en varios productos, ya sean de renta fija o de renta variable, para equilibrar el riesgo total de tu cartera de inversión. Así pues, invierte en renta variable, pero procura contratar también productos de ahorro que tengan menos riesgo.